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Tratamiento de artritis reumatoide

Autora: Ariel Cantoral Sánchez

La artritis reumatoide (AR), enfermedad que se caracteriza por ser crónica y autoinmune, consiste en un trastorno inflamatorio que causa daño progresivo a la capa de tejido conjuntivo que recubre las cavidades de las articulaciones (Muñetón y Quintana, 2015). En algunos casos, la afección puede dañar otras partes del cuerpo como la piel, ojos, pulmones, corazón y los vasos sanguíneos (Mayoclinic, 2021); si esta no se trata, puede llegar a causar problemas como dolor, deformidad, pérdida de la función manual y, por ende, deterioro de la calidad de vida en general (Harrington et al., 2020).

 

Tratamientos clásicos

Aunque como tal no existe una cura para la artritis reumatoide, los tratamientos típicamente indicados para esta enfermedad están enfocados en aliviar los síntomas, así como retardar o detener el daño a las articulaciones (Eisenberg, 2013). El metotrexato es el fármaco que ha sido usado para tratar esta enfermedad desde finales de la década de 1990; sin embargo, no todos los pacientes tienen una buena respuesta a este tratamiento y aproximadamente un 30% suspenden su uso durante el primer año debido a efectos secundarios o falta de eficacia (Harrington et al., 2020). Existen otras alternativas pertenecientes al grupo de los DMARD (medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad), los cuales se caracterizan por impedir que el sistema inmunológico ataque y destruya las articulaciones. Estos pueden ser biológicos o no biológicos, tal como se muestra en la siguiente tabla de ejemplos (Eisenberg, 2013):

Avances en el tratamiento

Dentro de las opciones más recientes que han sido desarrolladas para el tratamiento de la artritis reumatoide se encuentran los inhibidores de la quinasa Janus (JAK) (Harrington et al., 2020). Mientras que las terapias biológicas tradicionales, actúan fuera de las células para suprimir la inflamación y se administran mediante inyecciones o infusiones, los inhibidores de JAK actúan dentro de las células y se toman por vía oral. Un ejemplo de este tipo de fármaco es Tofacitinib el cual se encuentra aprobado por FDA y Cofepris (Medicine Matters, 2017) (Cofepris, 2013).

 

Efectos secundarios

Los inhibidores de JAK suprimen al sistema inmunológico y como en muchos otros tratamientos, su principal efecto secundario es la susceptibilidad a las infecciones, entre las más comunes están nasales y del tracto respiratorio superior, que ocurren en más del 10% de los pacientes. Entre otros efectos se encuentran también náuseas, dolor de cabeza, hipertensión, etc., por ello debe ser utilizado solo bajo indicación y supervisión de un médico (Khan, 2021).

 

Nota: La información previa solamente provee guías generales y no sustituye las recomendaciones de su médico.

Referencias