Implantes inteligentes ¿El futuro del celular?

 
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Autor: Juan Andrés Aguayo Hernández

La dependencia que hemos desarrollado hoy en día hacia los teléfonos celulares los convierte prácticamente una extensión más de nuestro cuerpo. Usualmente es el primer objeto con el que interactuamos en las mañanas, y el último que revisamos antes de irnos a dormir. Recurrimos a él no solo para comunicarnos entre nosotros, sino también para checar el clima, hacer transacciones bancarias, subir fotos de nuestras mascotas a Facebook, y una larga lista de comodidades. No obstante, nadie se imaginaba el potencial que tenía este dispositivo en 1984 cuando Motorola sacó al mercado el primer teléfono móvil. Resulta fácil olvidarnos de lo austero que fueron estos primeros celulares, referidos comúnmente como “ladrillos”, y de la evolución que han tenido para convertirse en lo que son hoy en día. Asimismo, no hay razón para pensar que esta innovación se detendrá en los próximos años, y las tendencias tecnológicas parecen apuntar hacia la misma dirección: implantes inteligentes.

 

Nuevas tecnologías

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Mientras es innegable que los teléfonos celulares han avanzado abruptamente en sus capacidades funcionales en las últimas décadas, la manera de operarlos ha permanecido prácticamente la misma. Esto empezó a cambiar con el concepto de los “wearables” en el 2015 cuando Apple introdujo al mercado el Apple Watch, un reloj electrónico con capacidades de smartphone. Google llevó la innovación a otro nivel en el mismo año cuando introdujo los lentes inteligentes Google Glass. Seguidos por los lentes de realidad virtual HoloLens de Microsoft. No obstante, empresas innovadoras como NewDealDesign aseguran que el futuro de los “werables” es implantarlos bajo la piel. Este es el caso del ambicioso proyecto Underskin. Un tatuaje digital que nos permite transmitir información mediante un apretón de manos por medio de tecnología NFC (Near Field Communication). A este tipo de iniciativa se le suman una variedad de empresas emergentes, como la empresa tecnológica con sede sueca DSruptive, dedicada al desarrollo de implantes microelectrónicos; y Neuralink, la compañía neurotecnológica del multimillonario Elon Musk, que está decidida a desarrollar interfaces cerebro-computadora por medio de implantes inteligentes.

 

¿Qué es un implante inteligente?

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Un implante inteligente se define como cualquier dispositivo que se puede incorporar al cuerpo para recibir o transmitir información, y que actúa a consecuencia de ello. Estos tuvieron su origen en el campo médico, y dieron el primer paso para combatir enfermedades por medio de dispositivos electroterapéuticos. Asimismo, también se convirtieron en un elemento crítico para terapias de reconstrucción ósea y de tejidos similares. Consecuentemente, estos avances de la industria médica han abierto un camino no solamente para curar a los enfermos, sino también para mejorar nuestra calidad de vida. Dicho esto, podemos imaginar un futuro próximo en donde estos aparatos podrán monitorear nuestros signos vitales las 24 horas del día, y adicionalmente, convertirse en un sustituto de las tarjetas físicas, llaves, discos de memoria y ¿por qué no?, de los teléfonos celulares.

 

¿Son seguros los implantes inteligentes?

Sabemos que es viable implantarse este tipo de dispositivos bajo la piel, ahora la pregunta es: ¿Está dispuesta la gente a hacerlo?



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Según un estudio realizado por Línea Directa en el 2019, solo el 20% de los encuestados se mostrarían dispuestos a implantarse un chip en el cuerpo. Los principales argumentos en contra incluían contraer posibles problemas de salud a causa del dispositivo (59%), ceder datos de su vida personal a terceros (57%), y no poder desconectarse digitalmente (53%). Por otro lado, estar siempre localizables (31%), y no tener que cargar con objetos físicos encima (30%), fueron las principales razones por las cuales la gente consideraría esta iniciativa. Juanjo Tara, cofundador y CTO de DSruptive, asegura que sus implantes microelectrónicos no suponen ningún riesgo para la salud, y que están vendiendo cerca de 1,000 unidades al mes. En Suecia particularmente, más de 5,000 personas ya cuentan con esta tecnología bajo la piel. La cual utilizan principalmente como tarjeta de acceso al metro y al trabajo. La mayoría de estos usuarios también aseguran que es un procedimiento muy simple que no causa dolor, similar a una prueba de sangre.

 

En resumen, mientras es verdad que hay optimismo sobre el potencial que nos presentan estos dispositivos, es evidente que queda un largo camino por recorrer. Por un lado, la funcionalidad y la confiabilidad de estos productos están sujetas a una extensa variedad de ensayos clínicos, y una larga lista de regulaciones. Asimismo, el manejo de datos personales y cuestiones de confidencialidad al cliente es otro dilema que habrá que resolver. También es importante recordar que estamos lidiando con temas delicados que abordan implicaciones tanto morales como legales, y que estas determinarán los límites y el alcance de estos ambiciosos proyectos. Concluyendo, no basta con una revolución tecnológica para cambiar el rumbo de los smartphones, sino también es necesaria una revolución cultural que disponga a la generación a explorar con estas nuevas tecnologías. La posible combinación de ambos, junto con extensas horas de investigación y desarrollo, insinúan que el acoplamiento indefinido de nuestro cuerpo con el mundo digital se podría convertir en una realidad.

 

Referencias